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La sidra, patrimonio cultural donostiarra







Actualmente apenas quedamos unos pocos sidreros en Donostia, pero, nuestros mayores recuerdan que hubo una época donde en la misma capital guipuzcoana era muy usual encontrar sidrerías a pie de calle. Y en este año de la capitalidad cultura, ha de indicarse que las sidrerías eran una parte más de la cultura donostiarra y guipuzcoana.

Prueba de ello, la diversa documentación existente al respecto, entre ella, el Fuero de Gipuzkoa, donde dispone de un apartado titulado ‘De sidras’ que indica las ordenanzas y leyes al respecto. En el apartado de incendios, por ejemplo, se subraya “que para atajar el fuego se puedan tomar sidras, y vinos, y derribar casas”.

Asimismo, se conoce que al menos ya para el año 1928 la Diputación de Gipuzkoa disponía de un ‘Reglamento para la administración y recaudación del impuesto provincial sobre la sidra’, donde se explicaba la clasificación de esta bebida y fijación del impuesto de toda la sagardoa que sea puesta a la venta.

Concretamente, en los años 1931 y 1932 Donostia tenía registrados a 93 sidreros que vendían sidra, entre ellos, nuestro pariente Manuel Irizar, que producía exactamente 34.741 litros en este mismo caserío Barkaiztegi donde nosotros seguimos produciendo sagardoa para embotellar y para el txotx años tras año –en los años 1932 y 1933 fueron 42.778 litros-.

Todos estos datos donostiarras, además, sin contar a los productores de la zona de Altza, que por aquel entonces no pertenecía a la capital guipuzcoana y que tenía contabilizados a nada menos que 41 sidreros en los años 1931 y 1932.

En resumen, decir que San Sebastián era por mucho la población con mayor venta oficial de sidra de toda Gipuzkoa, con un total de 2.193.904 litros –sin contar Altza, que tenía 557.155 litros y era la sexta zona de Gipuzkoa en mayor producción de sidra vasca-. En segundo puesto se hallaba Hernani, con 423.586 litros, y en un tercer puesto Irun, con 429.462 litros.

Unos datos que demuestran que la sagardoa y las sagardotegis históricamente han sido y son parte importante de la cultura de Donostia y Gipuzkoa y donde nuestra familia, la familia Irizar, con nuestra sidra Barkaiztegi, humildemente hemos contribuido con al menos ocho generaciones de sagardogiles y seguiremos contribuyendo a que la cultura de nuestro pueblo siga difundiéndose a los cuatro vientos por todo el mundo.